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¡Si uno quiere, uno puede!

Por María Marín

Si estás a punto de renunciar a un sueño, antes de rendirte, conoce la historia de Amado Veloso. Hace un tiempo participé con él en un program de televisión. Él contó que intentó escapar de Cuba 17 veces durante 15 años. Su odisea comenzó en noviembre de 1992 cuando se arrastraba sigilosamente para traspasar el tercer muro de protección militar que permite ingresar a la base norteamericana de Guantánamo, donde podría ser rescatado. Minutos antes de tocar la frontera tropezó con una mina que estalló y le destrozó ambas piernas causándole graves heridas en todo el cuerpo. Los militares cubanos lo dieron por muerto y lo trasladaron a la morgue donde lo taparon con una sábana y le hicieron una marca en la frente indicando que estaba listo para la autopsia. Por suerte, una mano quedó descubierta y empezó a temblar. Un doctor se dio cuenta y reportó:-“aquí hay un muerto que esta moviéndose”. En ese momento le pusieron una inyección directamente al corazón y milagrosamente volvió a la vida. Horas más tarde le amputaron las piernas.

Después de dejar el hospital, Veloso fue encarcelado por dos años y cuando salió, pidió al gobierno unas prótesis pero se las negaron rotundamente. La Fundación Nacional Cubano-Americana se enteró del caso y le envió una silla de rueda que nunca le llegó porque el gobierno le dijo:- “esta silla no es para un traidor”.

En su afán por caminar, inventó unas prótesis hechas con yeso y tuberías de agua pero eran tan pesadas que le raspaban profundamente la piel. Aun así, nada detuvo su sueño de lograr la libertad. En el 2006, después de intentar escaparse 16 veces, se subió a una barquita de aluminio una vez más y navegó desde el sur de La Habana hacia la isla de Cozumel. La Guardia Costera lo interceptó y lo regresó a la Base Naval de Guantánamo, donde a pocos metros estaba el lugar donde perdió sus piernas pero nunca sus esperanzas. ¡Allí fue rescatado! Una visa humanitaria le permitió entrar a la Florida y así empezó una nueva vida. Más adelante este guerrero de la libertad estudió y se graduó de radiólogo.

Cuando el conductor del program de televisión, le preguntó cómo se sentía hoy día, Amado respondió en tono de broma: “a veces me siento más bajito y a veces más grande, pero siempre con el mismo corazón”. Y concluyó: “mi vida me ha enseñado que ¡si uno quiere, uno puede!”.

Este fascinante testimonio de perseverancia muestra que si crees en ti y no te rindes ¡eres capaz de lograr hasta lo imposible!

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