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¿El orar y meditar pueden sanar tus enfermedades?

Estudio revela el rol de la espiritualidad en la medicina

«Cuando me diagnosticaron cáncer le conté a mis padres sobre la enfermedad y me dijeron que rezarían por mí, pero que yo tenía que hacer lo mío. Fue así como regresé a la Iglesia Católica, y quiero decirte que no he dejado de ir desde entonces. Yo sabía que había mucha gente rezando por mí. Era una fuerza espiritual, un ejército para mí», relató Rebeca, una profesional en sus cuarenta y tantos, quien fue operada de cáncer de seno y hoy está recuperada.

La mujer está entre un grupo cada vez más grande de personas que añaden a sus tratamientos médicos la fuerza que se obtiene de la fe, para así sanar su mente y espíritu mientras la ciencia se encarga de hacer su parte en el plano físico.

Las prácticas de Rebeca la han hecho fuerte y le han permitido enfrentar con aplomo varias operaciones y tratamientos reconstructivos. Y es precisamente en esa dirección hacia donde regresa la medicina. Porque, en un principio, esta disciplina estaba íntimamente ligada al bienestar total del ser, entiéndase el cuerpo, la mente y el espíritu.

La medicina complementaria estipula que el cuerpo, la mente y el espíritu deben estar en sincronía de pensamientos positivos para así enfrentar, con fortaleza, los vaivenes de la vida. Varios estudios reconocen como positivo el rol de la espiritualidad en nuestras vidas. De hecho, la presencia de la espiritualidad en el cuidado de pacientes se conoce como tratamiento compasivo.

Un estudio presentado en el Centro Médico de la Universidad de Baylor por la doctora Christina M. Puchalski, del George Washington Institute for Spirituality and Health, describe a la perfección el rol de la espiritualidad en el campo de la medicina: los pacientes cuyos médicos les hablan y sostienen su mano se sienten apoyados; estudios de observación sugieren que las personas que tienen prácticas religiosas regulares tienden a vivir por más tiempo; otras investigaciones apuntan a que la religiosidad o la fe ayuda a controlar el estrés y a enfrentar con aplomo los retos diarios. Quienes realizan oraciones o meditaciones llegan a experimentar sosiego y muestran menor estrés y disminución o desaparición de sus episodios de depresión.

Al principio puede que sea difícil que integres a tu vida técnicas de meditación, de rezo u oración. En parte porque durante el siglo XX se dejó a un lado el poder y valor de la espiritualidad y, en su lugar, se apostó a los nuevos tratamientos médicos para curar el cuerpo. Pero, ¿y qué del ánimo de los pacientes?

Rebeca explicó que el proceso de rezar  le permite mantenerse positiva. «Para algunos en lugar de oración puede ser meditar, lo importante es concentrarte en vencer la enfermedad», dijo.

En cada visita a la misa presta atención al mensaje del día y le busca un significado para su situación. «Hay lecturas que yo recorté y las pegué en una libreta.

Por ejemplo está la del ciego a la orilla del camino, quien decía Señor, ten piedad de mí. Que yo pueda ver. Cuando el ciego se encuentra con Jesús, éste le devuelve la vista. Esa lectura me enseñó que todos los días tenía que insistir en estar bien», detalló Rebeca.

Los psicólogos y otros especialistas de la conducta humana sugieren que los médicos «caminen» junto a sus pacientes durante su pena y dolor. Igualmente, el apoyo de las amistades y familiares es vital. Como explicó Rebeca, las oraciones y positivismo de otros la hacían sentirse acompañada por un ejército, su ejército.

Algunos consejos que puedes practicar en tu casa para fortalecer tu fe incluyen:

1-      Asistir con regularidad a tu iglesia predilecta o si no practicas una religión, entonces medita

2-      Recortar láminas de situaciones positivas y revisarlas diariamente

3-      Contagiarte con la alegría de otros;

4-      Ver películas cómicas

5-      Visitar a los familiares

6-      Realizar labor voluntaria

7-      Redactar afirmaciones positivas para que atraigas lo que tanto anhelas

8-      Concentrarte en el espíritu y en la gente, y no en lo material

¡SIGUE LEYEDO!