No seas irracional

Cuando pequeña mi hermano tenía como mascota un hámster que se llamaba Kiki. Cuando mi tía venia a visitarnos eníamos que esconder la jaula porque ella le tenía terror a este animalito. Recuerdo que mi hermano siempre le aseguraba, “Titi, ¡el hámster no muerde!”, pero mi tía temblaba con solo saber que la pequeña Kiki estaba dentro de la casa.

El miedo que mi querida tía le tenía a este indefenso animal era completamente ilógico, pues Kiki ni podía, ni quería atacarla. Así como mi tía le tenía miedo a este hámster, muchos viven sofocados de miedos irracionales todos los días.
Existen dos clases de miedos; racional e irracional. El miedo racional es cuando existe una amenaza real que pone en riesgo tu vida, como lo sería encontrarte con un oso mientras estas acampando en el bosque.

Tu mente esta diseñada de tal forma que cuando percibes cualquier peligro se pone en marcha un mecanismo de defensa que te pone alerta para enfrentar la situación. Si no se activara este mecanismo, probablemente la raza humana se hubiese extinguido.

Gracias a esta reacción hemos adquirido la capacidad e inteligencia para escapar de situaciones en las que peligra nuestro bienestar físico.
Por otro lado está el miedo irracional. Este es el miedo que te induce imaginar que algo malo te va a pasar sin tener ninguna prueba válida, como el que experimentaba mi tía con el hámster. O como el miedo que tienen muchas personas de comenzar una nueva relación porque piensan que les van a romper el corazón. Este miedo irracional hace que una falsedad imaginaria, en vez de la realidad, domine tus pensamientos.

Hoy día, la crisis económica actual tiene a innumerables personas temiendo perder sus casas, empleos y dinero. Este temor está llevando a muchos a sentirse estresados, preocupados y ansiosos sin tener pruebas de que ellos serán afectados. No dejes que este miedo irracional te domine.
La próxima vez que experimentes miedo, pregúntate, “¿esta situación realmente me puede herir o me lo estoy imaginando?”

Si tu vida no está en peligro, ¡deja de preocuparte! Mejor llena tu cuerpo, mente y corazón con el antídoto más poderoso contra el miedo: la fe; y ten fe de que todo estará bien