Libérate del estrés

Por María Marín

Tu cuello está tenso y sientes unos dolorosos nudos en los hombros. Tienes muchas cosas que hacer, pero no puedes concentrarte en ninguna. Se te olvidan las cosas más sencillas, no te acuerdas donde están las llaves y no puedes encontrar tu celular, pero de repente te das cuenta que lo tienes en la mano porque estás hablando con alguien. Todo te irrita porque no tienes paciencia, ni tolerancia. Al final del día te acuestas en la cama extenuado, pero no puedes quedarte dormido porque tu mente está pensando en mil cosas que te tienen preocupado. En la mañana suena el reloj despertador y te levantas sin gota de energía.

Si te identificaste con alguna de las situaciones que acabas de leer, significa que perteneces al grupo de aquellos que viven bajo estrés. Seguramente conoces los métodos más populares para relajarte; practicar yoga, respirar profundamente, trotar, bailar, escuchar música y hasta organizar tus gavetas. Mi propósito hoy es ayudarte a disminuir el estrés por medio de técnicas sencillas, económicas y poco tradicionales.

1.         Chocolates rellenos de menta: Tienen un efecto inmediato para relajarte. La menta es refrescante y cuando la ingieres da una sensación de alivio. A la misma vez, el chocolate estimula la liberación de endorfinas en tu cerebro, también conocidas como «el químico de la felicidad».

2.         La carta del desahogo: Redacta una carta donde expongas todo lo que te molesta y frustra de una persona o situación.  Dirige esta carta a ti miso. Escríbela sin tapujos y di todo lo que sientes. Cuando desahogas en papel tus sentimientos te liberas del estrés acumulado que guardas.

3.         Libros de colorear: Aunque es una actividad para niños, está probado que los adultos al colorear se relajan. Cuando te concentras en delinear con los crayones cuidadosamente y rellenar los dibujos, te olvidas de tus problemas.

¿Sabías cuál es el momento de más estrés por el que has pasado en tu vida? ¡El día de tu nacimiento! Antes de nacer pasaste varias horas comprimida, aguantando presión en  la cabeza, privándote de oxígeno cada vez que el cordón umbilical se contraía. Finalmente saliste a una habitación fría dentro de un hospital, donde un gigante te puso de cabeza y te dio una nalgada.

Según los médicos, la adrenalina de un recién nacido llega a elevarse a un nivel  que ni siquiera alguien que sufre un ataque al corazón puede igualarlo. Por eso el estrés que pasaste en el nacimiento te ofreció la mejor preparación para sobrevivir. Independientemente de cuanta tensión experimentes, siempre estarás preparado para manejarla.

 
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