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El valor de lo perdido

Por María Marín

Una vez fui con un grupo de amigos a una excursión de snorkelling (buceo con tubo) en Cayo Largo. Y justo antes de abordar la lancha que nos llevaría a uno de los arrecifes más hermosos de la Florida, pasamos un “mal rato”. Cada uno estaba pagando el alquiler de aletas y máscara, cuando mi amiga Wanda gritó: “¡Se me perdió mi cartera!”. Y de inmediato salió corriendo al baño donde habíamos estado minutos antes.

Wanda buscó y buscó, pero no encontró su billetera, y la preocupación de tener que cancelar sus tarjetas de crédito y solicitar una nueva licencia para conducir no le permitió disfrutar de la belleza marina.
¿Qué fue lo último que extraviaste? Tal vez tu billetera o una joya. Si tenía mucho valor monetario o sentimental, seguramente sentiste desespero, o hasta lloraste. Así como perdemos objetos, también hemos encontrado algo que no es nuestro.  En ese momento cada cual actúa diferente. Algunos dicen: ¡gracias Diosito, qué suerte tengo! Otros exclaman: ¡pobrecito del que perdió esto!”, y muchos alegan:“si no lo agarro yo, otro lo agarra”.  
Mi filosofía respecto a lo “perdido y encontrado” es: no hagas lo que no quieres que te hagan. Sería tentador quedarse con algo que aparenta no pertenecer a nadie, pero ¡tiene dueño! Quedarte con eso es como robar.
La próxima vez que te encuentres algo y te dé la tentación de quedártelo, recuerda la angustia que sentiste cuando perdiste algo valioso. Reconoce que si te lo embolsicas, ahora tú vas a causarle esa angustia a otro.
Siempre que encuentres algo, ve a la oficina de artículos extraviados, si no hay una, devuélvelo en la recepción. Cuando sea un artículo delicado como una joya, y te preocupa que no se lo entreguen a la persona, entonces deja tus datos para cuando el dueño aparezca se comunique contigo.
En Cayo Hueso comprobé una vez más, que “cosechas lo que siembras”. Cuando regresamos a tierra, mi amiga Wanda regresó a la tienda de alquiler y le entregaron su cartera. Ella cerró sus ojos y exclamó: “¡Dios bendiga al que la encontró y la devolvió!”. 

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